Owen Lere, estudiante de séptimo grado, asumió el papel de abogado y testigo mientras él y su equipo intentaban convencer al jurado de que concediera una indemnización por daños y perjuicios en un caso ficticio sobre un niño que sufrió quemaduras durante un experimento escolar en el que se derretían malvaviscos.
Aunque su parte no ganó —la defensa tenía ventaja legal—, la experiencia no hizo más que aumentar su entusiasmo por aprender sobre el sistema legal con el objetivo de convertirse en abogado.
