Estimada reunión de padres y profesores:
Me cuesta mucho controlar el uso que mi hija de 15 años hace del teléfono en casa, y veo que está afectando a sus estudios. Ella dice que necesita el teléfono para «estudiar», pero constantemente la pillo en las redes sociales, enviando mensajes a sus amigos o viendo vídeos en lugar de hacer los deberes. Cuando intento quitarle el teléfono, discutimos y ella dice que no entiendo que el teléfono es lo que le permite mantenerse en contacto con sus amigos y controlar su ansiedad. Sé que St. Vrain tiene directrices para el horario escolar, pero no sé cómo manejar esto en casa. ¿Cómo puedo ayudarla a concentrarse mejor y a tener una relación más saludable con la tecnología sin tener que pelear constantemente?
– Desconectado en Dacono
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Estimado Desconectado:
Tu lucha refleja uno de los retos más comunes a los que se enfrentan las familias hoy en día, y tienes razón en estar preocupado. El cambio constante de dispositivos fragmenta la atención y hace que el aprendizaje profundo sea casi imposible. Pero puedes ayudar a tu hija a desarrollar hábitos tecnológicos más saludables sin convertir tu hogar en un campo de batalla.
Comprenda a qué se enfrenta. Lo que su hija está experimentando no es necesariamente una «adicción» en el sentido clínico, sino más bien una respuesta neurológica muy real. Los teléfonos están diseñados para proporcionar refuerzos intermitentes a través de notificaciones e interacciones sociales, lo que crea patrones similares a los que se observan en otros comportamientos gratificantes. Cuando los adolescentes utilizan mucho los dispositivos, pueden desarrollar una dependencia real para la regulación emocional y la conexión social. Esto significa que simplemente quitarles el teléfono no resuelve la necesidad subyacente que está satisfaciendo.
Establece límites que funcionen. Quitarles el teléfono por completo suele ser contraproducente y provoca luchas de poder. En su lugar, prueba a establecer límites estructurados:
Establezca «zonas de concentración» para todos. Designe horarios específicos para hacer los deberes en los que todos los miembros de la familia dejen sus dispositivos en un lugar central, como una cesta en la cocina o una estación de carga. Presente esto como una forma de crear un entorno que favorezca el pensamiento de todos, no como un castigo. Cuando los padres también participan, los adolescentes cooperan mejor.
Utiliza intervalos de trabajo estructurados. El cerebro adolescente necesita descansos regulares. Prueba la técnica Pomodoro: 25 minutos de trabajo concentrado seguidos de un descanso de 5 minutos para usar el teléfono. Pon un temporizador. Cuando termine el descanso, vuelve a guardar el teléfono. Esto satisface su necesidad de conexión y, al mismo tiempo, protege el tiempo de concentración.
Aborde lo que le ofrece el teléfono. Su hija dijo que su teléfono le ayuda a mantenerse conectada y a controlar la ansiedad. Tómese eso en serio. Si es su principal mecanismo de defensa, necesita alternativas. Programe encuentros cara a cara con amigos de forma regular. Enséñele técnicas concretas para controlar la ansiedad, como la respiración profunda, escribir un diario o hacer ejercicio físico. Mantenga conversaciones sinceras sobre lo que está ganando y lo que posiblemente está perdiendo.
Modele el comportamiento. Si usted está mirando su teléfono durante la cena o revisándolo constantemente, ella notará la doble moral. Implemente sus propios momentos de concentración sin teléfono y hable abiertamente sobre cómo manejar las distracciones tecnológicas.
Minimiza las distracciones. Silenciar las notificaciones puede ser una forma rápida y fácil de reducir la tentación de mirar el teléfono.
Empiece poco a poco y sea constante. No lo cambie todo de golpe. Empiece con un solo cambio, como cenas familiares sin teléfonos o una hora específica para hacer los deberes. Una vez que se haya convertido en una rutina, añada otra norma. Cambiar estos patrones lleva tiempo. Es normal que haya resistencia al principio, pero manténgase firme.
Colabora, no impongas. Cuando ambos estén tranquilos, trabajen juntos para crear un plan. Pregúntale qué cree que le ayudaría a concentrarse mejor. Es más probable que siga las reglas que ella misma haya ayudado a crear.
Sepa cuándo pedir ayuda. Si las discusiones continúan o nota signos de ansiedad o depresión significativos relacionados con el uso del teléfono, como abandono de actividades, trastornos del sueño o reacciones extremas cuando se separa de su teléfono, póngase en contacto con el orientador escolar o con su médico de cabecera.
Recuerde, el objetivo no es eliminar la tecnología, sino ayudar a su hija a desarrollar habilidades de autorregulación para toda la vida. Ella vive en un mundo en el que la tecnología está presente en todas partes, y aprender a gestionarla de forma consciente es esencial.
-Conferencia de padres y profesores
